¿Por qué los actuales instrumentos de control de los servidores públicos (leyes, reglamentos, auditorías), los métodos disuasorios como sanciones, inhabilitaciones y penas de cárcel, o las novedosas y sofisticadas medidas anticorrupción no han disminuido las prácticas indebidas en el quehacer de políticos y funcionarios?
La respuesta es clara: porque dichas medidas, siendo válidas, son sin embargo insuficientes ya que dejan de lado lo esencial: todo lo que se refiere a la esfera interna del individuo, su educación, sus valores, sus convicciones y percepciones. Es, por tanto, hacia la concienciación sobre cada acto que realiza el servidor público hacia donde hay que dirigirse para de esa manera hacer posible el propio control, el autocontrol.
En este contexto, la obra Ética para corruptos, del investigador mexicano Oscar Diego Bautista, indaga sobre las causas que motivan a gobernantes, legisladores, jueces o funcionarios a realizar prácticas corruptas; muestra las principales medidas (legislación, convenios, creación de organismos) que se están llevando a cabo en el escenario internacional con el objeto de poner diques al mar de corrupción que afecta al servicio público; destaca la importancia de la ética pública como nuevo ingrediente en la formación y concienciación de aquellos cuyo sueldo es pagado por la sociedad para desarrollar una conducta honrada en las tareas de gobierno y administración pública; por último, presenta un modelo viable, acompañado de diversos instrumentos éticos, para ser aplicado en el servicio público mediante una verdadera política de estado.
Servidores públicos con sólidos principios éticos afianzan al Estado porque su conducta se aleja de las prácticas corruptas y se dirige al bien de la comunidad política. Con un gobierno justo es más probable que un país salga del subdesarrollo y que las necesidades básicas sean atendidas. Por el contrario, la ausencia de principios éticos en políticos y funcionarios crea gobiernos injustos y corruptos que arruinan y endeudan al país.
La aplicación de las diversas medidas e instrumentos señalados en la obra Ética para corruptos, mediante  una verdadera institucionalización de la ética pública, nos lleva a la conclusión de que frenar la corrupción, además de ser POSIBLE es RENTABLE.

Bibliografía