¿Cuál es la situación de la bioética en el contexto presente? Con el fin de responder a tal cuestión paso a resumirles y comentarles un artículo de J. D. Moreno – referido a la situación de la bioética en EEUU- que ha resultado polémico e interesante. Conocí su existencia gracias a la Profesora Teresa López de la Vieja en un seminario celebrado en febrero pasado en Salamanca. En lo que sigue avanzo algunas de sus tesis.

La bioética, desde los setenta, ha mantenido la atención sobre las innovaciones biotecnocientíficas y sus implicaciones sociales, pisando el freno, cuando ha sido necesario y desarrollando regulaciones y/o orientaciones tras iluminar la discusión pública. Todo ello se ha hecho desde un marco deliberativo y consensual , delineado por los pioneros. Los bioeticistas han sido los únicos como expertos que han analizado cómo se desarrollaban las cosas. Jonathan D. Moreno piensa que lo anterior, una suerte de pax bioethica, se ha acabado y con ello el “Gran Compromiso Bioético” que fue como un pacto tácito fundador de la inter-disciplina que estudiamos.

Este autor describe la situación con una metáfora, las innovaciones serían como el tráfico rodado y los bioeticistas, un grupo autorreferencial de expertos, los que dan luz verde, o todo lo más ámbar, al tránsito científico, asegurando a la ciudadanía que el tinglado está bien vigilado. Los intereses de científicos y eticistas coincidirían y las fricciones serían mínimas. Esto, en la bioética norteamericana habría creado “un aparato ético regulatorio de comités asesores, comisiones, etc.” que se autoreproduce y autolegitima.

Moreno cita a la obra de Leon Kass como un objetor a esta dinámica consensual, al presentarlo como un escéptico acerca de las posibilidades que las biociencias podrían proporcionar al bienestar de la humanidad. Desde mi punto de vista, Kass encajaría con las posiciones enormemente precavidas de Hans Jonas, otro de los pioneros del campo con su libro El principio de responsabilidad. El gran compromiso se establecería para dar salida al caso de Karen Ann Quinlan (1976)- limitación del esfuerzo terapéutico y retirada de tratamientos de soporte- y en los trabajos de la National Commission for the Protection of Human Subjects (1974-78), de las que saldrían tanto la sistematización de los principios de la bioética como el aliento para alternativas como la casuística de Toulmin y Jonsen.

Dado que la sentencia Roe vs. Wade, había sido dictada en 1972, se obvió el gran cisma en torno a los principios de la vida humana – en torno al aborto- que hubiera hecho imposible el “Gran compromiso bioético” de finales de los setenta. Al parecer tranquilizó a muchos el que la pareja Callahan – Dan es cofundador del Hasting Center- tuvieran posiciones encontradas (pro-life/pro-choice) y siguieran abiertos a la deliberación civilizada -véase D. Callahan y Sydney Callahan (eds.)Abortion: Understanding Differences, Co- (New York: Plenum Press, 1984)-. Los Callahan siguen activos y con temas de plena actualidad como pueden ver en este enlace:

http://www.holycross.edu/publicaffairs/press_releases/2007-2008/08_03_10

Otro desarrollo que tranquilizó el ambiente, fue el comprobar, tras un duro debate, que las nuevas tecnologías de reproducción eran “benignas” y contaban con gran aceptación social. Louise Brown, la primera niña-probeta, nació en 1979.

Algunos momentos de tensión en la bioética estadounidense se refieren a la era Reagan, además del impacto inicial del SIDA y la incomprensión que suscito en las filas republicanas, Moreno cita una normativa que obligaba a mantener los tratamiento de soporte a los neonatos severamente enfermos y que, en caso contrario, alentaba a la denuncia anónima a través de una línea caliente - el término para estos informantes en inglés es whistle-blower -. A pesar de numerosos episodios de este tipo, la pax bioethica se mantendría en los ochenta y noventa del siglo pasado.

El discurso bioético se configuraría como un discurso moralmente neutro, imparcial y apolítico en torno a la bondad de consenso para ofrecer una praxis bioética eficaz al ofrecer regulaciones y orientaciones normativas. La era Bush, sin embargo, ha supuesto que la elección del Consejo de Bioética Presidencial haya sido lastrado por nombramientos de personas alineadas con las tesis de la derecha cristina estadounidense. La tesis de Moreno es que así se ha perdido la “inocencia” inaugural de la bioética y se ponen de manifiesto su trasfondo de intereses políticos. No obstante, al mismo tiempo, y sin el plácet presidencial , se han planteado problemas de justicia como la crisis de los seguros de salud dejando de lado, dice Moreno, lo sexy de lo “biotech”.

No es que en tiempos anteriores hubiera plena “neutralidad” de los expertos, pero, sí, creo yo, estos se habían socializado en la creación de una bioética deliberativa y empeñada con honestidad en lograr consensos útiles para la sociedad ante problemas acuciantes con el fin de proteger los derechos de los pacientes y de los sujetos de investigación. Frente a la cultura ética del consenso, la cultura de la confrontación y la disputa para hacer vencer una posición tomada de antemano. Moreno habla, al hilo de su análisis de la historia de la bioética estadounidense, de una “crisis de identidad” de la bioética. ¿Qué podríamos decir a esta luz de la bioética española?

El artículo se puede consultar en inglés en: http://muse.jhu.edu/demo/hastings_center_report/v035/35.1moreno.pdf

 

Comentarios


el fin del principio

Viernes, 04 Abril 2008 01:00
Antonio Casado da Rocha

Gracias a ti, María José, por un informe tan interesante. La descripción de Moreno me parece convincente, y de plena actualidad para nosotros, dado que lo que ocurre en EEUU acaba siempre por afectar a nuestro "panorama bioético". Respondiendo a tu pregunta final, a mi juicio el panorama es a la vez convulso y esperanzador. Sin duda, el sistema sociosanitario español se ha humanizado gracias a la labor de "pioneros" como Diego Gracia (pero también Francesc Abel y Javier Gafo, que compartían ese espíritu deliberativo que describes) y las consiguientes fases de expansión e institucionalización de la bioética. Pero el fomento y la normalización de la deliberación no siempre traen consigo más consenso, sino al contrario, como en nuestro entorno se ha encargado de recordarnos Javier Muguerza. Es bien posible que, con el "final del principio" de la bioética en lengua española, la relativa pax bioethica que hemos disfrutado durante estos años también se haya acabado, como ha ocurrido ya en Estados Unidos. Pero ya estábamos todos avisados por Max Weber, quien en su ensayo sobre "la ciencia como vocación" define nuestra época por la pérdida del monopolio interpretativo de la ética cristiana y la consiguiente resurrección de los viejos dioses, plurales y diversos. El conflicto cotidiano entre los principios de la bioética es sólo un reflejo de esa contienda mayor que entre sí sostienen los dioses de los distintos sistemas de valores. La pax bioethica fue producto de la necesidad de crear cierta infraestructura institucional básica para la deliberación en una sociedad plural; una vez hecho esto, y salvadas las distancias que nos separan de EEUU, ¡es la guerra!

MORENO, J. D. (2005) The End of the Great Bioethics Compromise. Hastings Center Report 35(1): 14-15.

PD.:Agradezco a Antonio Casado que me permita esta incursión en su sección.

Sobre diferentes éticas

Martes, 06 Enero 2009 21:55
José Manuel Corpas Santolaria

Me parece muy interesante la idea que presenta Weber. Es cierto que, al contrario de lo que ocurría tiempo atrás, hoy existe la posibilidad real de decantarse por diferentes "éticas"; sin embargo, creo yo que la simple defensa radical de esa diversidad de éticas y de la posibilidad misma de decantarse por cualquiera de ellas supone una toma de parte muy importante, a favor de la libertad y en mayor o menor medida, de todas aquellas éticas que se nutran de esa idea.