El pasado miércoles 10 de abril fallecía nuestro colega de DILEMATA y compañero en el Instituto de Filosofía del CSIC, Paco Guzmán. Nos deja un enorme vacío pero también el recuerdo imborrable de su compañerismo, su amistad y su buen humor. Y, más aún, sus reflexiones y pensamientos, aquí, en nuestras páginas, allá, en su blog Lágrimas en la lluvia, en sus publicaciones, en los seminarios y talleres compartidos, en las movilizaciones. Su figura quijotesca, a lomos de esa silla de ruedas que él mismo dignificó en esta web, es un testimonio de la fuerza de la fragilidad cuando la acompañan, como en el caso de Paco, el compromiso y la inteligencia. Pueden leer uno de sus últimos trabajos (El binomio discapacidad-enfermedad: Un análisis crítico) en la Revista Internacional de Humanidades Médicas que dirige otro compañero en el Instituto de Filosofía del CSIC, Kharim Gherab.

Hoy seguirá despotricando del mercado, junto con ese otro humanista que también se ha ido, José Luis Sampedro. Porque si las fronteras son esas barreras políticas que separan radicalmente a los seres humanos en términos de derechos, Paco luchó igualmente con denuedo por superar esos otros obstáculos, físicos y psicológicos, que nos dividen por mor de nuestra diversidad funcional, de nuestra mayor o menor adaptabilidad al entorno, de nuestra fragilidad y vulnerabilidad. Por eso les hablo del humanismo sin barreras de Paco Guzmán.

Y es que, como decía el mismo Paco, “a las personas con diversidad funcional no se las identifica como personas de pleno derecho, sino únicamente como un grupo de personas con necesidades especiales. Universalidad en las formas y las intenciones, y exclusión y discriminación en las prácticas.”

No se puede entender a Paco sin ese enorme vitalismo que transmitía, sin esos ojos que, como recordaba Mario Toboso, te abrazaban, sin esa alegría que tan bien refleja aquella canción de ZAZ, Je veux, que nos regaló hace un tiempo, cuando algunos andábamos bajos de ánimo: Amor, diversión y buen humor.

Yo le recuerdo ahora con unos versos de Whitman:

«¡Quitad los cerrojos de las puertas! / ¡Quitad las puertas mismas de sus jambas! / Quien degrada a otro me degrada a mí, / y todo acto o palabra al fin regresa a mí …

Digo la clave primigenia, doy el signo de la democracia. / ¡Por Dios! Nada aceptaré que no resulte a todos accesible …

A través de mí voces prohibidas, / voces de sexos y deseos, voces veladas y yo quito el velo, / voces indecentes por mí clarificadas y transfiguradas …

Deslumbrante y arrasador, con qué rapidez me mataría el sol naciente, / si yo no pudiera ahora y siempre irradiar un sol naciente desde mí.» (Walt Whitman).

Gracias Paco, por tu sol naciente hacia nosotros.