El Diario Vasco informaba ayer de una decisión tomada por los vecinos del barrio de Beraun (Errenteria, Gipuzkoa) “fuera del orden del día” de una asamblea ordinaria: rechazar el sistema de recogida “Puerta a Puerta” (PaP) y el compostaje comunitario, así como apoyar el cierre del vecino vertedero de San Marcos. Si los residuos no se separan ni se entierran, ¿qué se hará con ellos? El tradicional sistema de (cinco o menos) contenedores colectivos (5C, 4C,...) no puede reciclar lo suficiente para prescindir de la incineradora, pero los vecinos de Beraun no han opinado acerca de su localización. Desde luego, no creo que la quieran cerca, después de aguantar durante décadas los olores y peligros derivados de un vertedero. Como en otros temas, la mayoría posiblemente sólo quiera que las autoridades quiten el problema de su vista. Pero hay cosas que no van a desaparecer sólo porque no pensemos en ellas.

He vivido treinta años en Errenteria y más de diez en Hernani, uno de los pueblos pioneros en Gipuzkoa en la implantación del PaP, así que conozco de primera mano los dos sistemas de recogida de residuos en cuestión (PaP vs. 4C), así como sus consecuencias inmediatas. Voy a resumir aquí sus principales características desde el punto de vista del usuario (más información aquí).

Sistema de contenedores colectivos (4C)

  • Los usuarios separan (o no) los residuos y los depositan en los contenedores públicos de la calle
  • Estos se vacían periódicamente pero no hay manera de impedir usos inadecuados
  • Cada usuario retira lo que quiere cuando quiere
  • Tasa de reciclaje actual (en Gipuzkoa): 35%

Sistema de contenedores personalizados (PaP)

  • Los usuarios separan los residuos y los depositan en los contenedores situados a la puerta de casa
  • Cada noche se recoge personalizadamente y sólo se retira si el residuo está bien clasificado
  • Tres noches a la semana se recoge el residuo orgánico, dos noches los envases, una el papel y otra el resto
  • Tasa de reciclaje actual (en Gipuzkoa): 86%

No voy a entrar en las cifras porque quiero ir al meollo ético del asunto, que es lo que quiero tratar en esta serie de entradas. Además, no tengo razones para dudar de los porcentajes de reciclaje, que se corresponden con mi propia experiencia: en un sistema 4C reciclaba el 30% aproximadamente de mis residuos y en el PaP me acerco al 90%. Lo que me importa señalar hoy es que los dos sistemas se experimentan de manera distinta por parte de los usuarios. El usuario participa de manera distinta, y por lo tanto los entiende de manera diferente. (Dicho sea de paso, por lo que se refiere a comodidad yo no he experimentado grandes diferencias. Si uno quiere reciclar, el PaP no le obliga a hacer nada que no tenga que estar haciendo ya.) Si no es lo mismo “bajar la basura” en el sistema PaP que en el 5C, parte de la diferencia está en cómo inciden los sistemas en el espacio y el tiempo que uno dedica a gestionar sus residuos. En los sistemas de contenedores colectivos uno puede bajar todo y olvidarse del asunto hasta la noche siguiente; el PaP requiere que el usuario planifique un poco más, y en la medida en que tiene que “convivir” con sus residuos durante algo más de tiempo, se hace más consciente a la hora de generarlos (en el momento de la compra, sobre todo).

El 5C es un sistema basado en la separación de espacios (cada residuo en su lugar), mientras que el PaP introduce un elemento temporal (cada residuo en su momento). En la medida en que el PaP acerca el usuario a sus residuos, le hace responsabilizarse de ellos, alejándolos de ese “paisaje de carretera” que tan a menudo permite la impunidad. A mi juicio, esto elimina en buena parte el fenómeno de “ceguera moral” hacia el problema de los residuos (tomo el término de un artículo de opinión del filósofo Agustín Vicente, que lo empleaba para describir situaciones éticamente rechazables de las que la gran mayoría se desentiende, pues se encuentran situadas en una “tierra de nadie” de la que nadie se responsabiliza).

Como señaló mi colega Armando Menéndez en este mismo foro, a menudo se identifica la ética ambiental con la macroética, dedicada a cuestiones globales que afectan a un número elevado de personas por encima de divisiones administrativas o políticas. En su entrada, Armando recordaba la pertinencia de los tres ámbitos en el análisis económico –micro, meso y macro-- y defendía la necesidad de un enfoque micro, que acerque las cuestiones ambientales a las decisiones más cotidianas.Los dos sistemas también inciden de manera distinta en esos tres niveles o ámbitos, pero eso queda para más adelante. En la próxima entrega compararemos los dos sistemas utilizando el marco conceptual que desarrollé en una entrada anterior. Pero adelanto las conclusiones: creo que el PaP nos hace mejores, en el sentido de que nos hace ciudadanos que reciclan más y consumen de manera más consciente.