Defensa (pragmatista) de la ética aplicada

Esto no es otra reseña del último libro de Rorty publicado en castellano (librito más bien: son 41 páginas). Sólo quería hacer una breve reflexión sobre el estatuto de la ética aplicada, que se me ha ocurrido al leer la introducción de Gianni Vattimo, cuando presenta el pragmatismo de Rorty en los siguientes términos: “Si alguien se enferma, y se le explica que está enfermo porque sus huesos se están desgastando, ¿será feliz? No, a menos que también pueda dársele la droga que lo cura. En ese caso, saber la verdad le sirve para una finalidad, para intentar no ser demasiado infeliz.” (p. 11)

No se le puede negar concisión al filósofo italiano. Y me ha hecho pensar que puede haber cierta relación entre la ética aplicada y el pragmatismo filosófico. Al fin y al cabo, en los libros de ética general lo que se examina son las teorías de algunos filósofos, pero en los de ética aplicada el objeto de crítica es la práctica cotidiana de todos sus lectores. La ética aplicada no se dedica a buscar la verdad por la verdad, sino como el intento compartido de “no ser demasiado infeliz”. Y lo hace en un contexto de pluralismo razonable, en el que no hay ninguna ética aceptada por todos, y donde los distintos ámbitos de aplicación presentan peculiaridades propias e ineludibles. De ahí que cuando Vattimo cede la palabra a Rorty, me parece que este librito sigue siendo de interés para la ética aplicada:

"¿Cómo elegir entre aquellos que consideran absurda la prohibición de la sodomía, exactamente tan absurda como la prohibición de comer frutos de mar [sic: obviamente el traductor se refiere al marisco], y aquellos que en cambio consideran que la sodomía es una perturbación objetiva en la estructura de la existencia humana? Los filósofos como yo no creemos que simplemente pensando y comprometiéndonos en reflexiones filosóficas estemos en condiciones de resolver asuntos como el recién planteado. Según nuestra perspectiva, John Stuart Mill tiene una visión de la sociedad ideal y el Papa tiene otra; y no podemos elegir entre las dos si tomamos como base principios filosóficos, ya que nuestra selección entre principios alternativos está determinada por nuestra preferencias respecto de los futuros posibles para la humanidad. [...] No hay tribunal de apelaciones neutral que pueda ayudar en la elección entre estas dos descripciones de la humanidad.“ (pp. 27-28)

Bibliografía