Pasado este ocho de marzo iniciamos la sección que hemos titulado Cuestiones de género y que, creemos, francamente relevante para las éticas aplicadas. En las últimas décadas, tanto en la investigación social como en la teoría ética y política, la perspectiva de género se ha convertido en un factor de objetividad que corrige tanto el androcentrismo en la construcción del conocimiento como detecta la desigualdad real entre mujeres y hombres y los mecanismos de discriminación social que la alimentan. El diagnosticar las desigualdades de género es una tarea que las éticas aplicadas –la bioética, la ética ecológica, la infoética, etc. – no pueden evitar so pena de resultar ciegas, o al menos miopes, a las demandas de la justicia social. En suma, la transversalidad de la categoría género se convierte en una herramienta analítica imprescindible y la teoría feminista que la utiliza en un enfoque necesario del tratamiento ético práctico de difíciles cuestiones sociales en los más diversos ámbitos.

    Los desarrollos normativos en los últimos cuatro años  en España – La Ley de medidas integrales contra la violencia de género y la Ley de Igualdad entre mujeres y hombres- avalan un cambio perceptivo importante respecto a las prioridades políticas tradicionales. Se han pensado como instrumentos que coadyuven al cambio social a favor de la integridad física y psíquica de las mujeres así como a favor de sus derechos civiles, políticos y sociales. Sin embargo, la aplicación de las leyes y el cambio de mentalidades que requiere son todavía asignaturas pendientes. Las inercias patriarcales y sexistas se retroalimentan en la sociedad muchas veces con nuevos ropajes aparentemente “modernos” y ni siquiera la tecnología escapa a impactos sociales de género diferenciales. Por otra parte, los medios de comunicación siguen transmitiendo estereotipos sexistas sin recato alguno a pesar de la supuesta presión de lo “políticamente correcto”. Esperemos que la legislatura que se iniciará en breve vaya consolidando avances sociales respecto  a la igualdad entre mujeres y hombres. Mi objetivo en esta sección es, simplemente, suministrar motivos de reflexión  para ir afinando nuestros análisis éticos y políticos  y dejar atrás los prejuicios androcéntricos que se expresan en los abusos de un universalismo que demasiado a menudo se conjuga sólo en masculino.