En primer lugar quería darte las gracias por haber tenido la amabilidad de hacerte cargo de nuestras intervenciones. Hasta que la psicología no pueda ofrecernos algo más de luz sobre los mecanismos y factores que subyacen en la deliberación, elección y concreción de la acción, internistas y externistas parecemos estar condenados a percibirnos como sujetos morales singularmente distintos. Para unos los otros creerán estar dotados de una fantasmagórica razón raciocinante con pretensiones imperialistas, para otros los unos serán siempre sospechosos de consagrarse al dios que , en el momento de ejecutar la acción, detente más poder en su personal olimpo volitivo. Particularmente no niego que en muchos casos la razón de llevar a cabo nuestras acciones provenga de un estado volitivo. Pero esto no impide que puedan existir ciertos estados volitivos que estén determinados por un tipo especial de reflexión previa que se pregunta si estamos actuando de la forma correcta. Pensemos en la persona que quiere ir el domingo a trabajar en una ONG y finalmente se queda en casa. Es cierto, sin duda tiene dos estados volitivos contradictorios. ¿Pero los dos estados poseen el mismo rango? Podríamos imaginar que este sujeto ha elegido ir a esa ONG porque forma parte de una cultura que considera que luchar por la conservación de especies protegidas es un acto noble y moral. Aunque por otra parte nada nos impide pensar que esta decisión ha sido fruto de un análisis en el que ha tenido que utilizar una serie de recursos como son: información sobre la problemática de esas especies, búsqueda de argumentos que puedan ayudar a decidir sobre la conveniencia o no de ayudar a la conservación, cálculo de las consecuencias que podrían desencadenarse (tanto para él como para las especies) en caso de que dedicara una parte de su tiempo a intervenir en el asunto o se quedara durmiendo. De acuerdo, la actitud cuenta, de hecho es posible que esta persona no hubiera podido siquiera plantearse estas cosas si no hubieran mediado los parámetros valorativos impresos en él por su cultura y educación. Quizá su estado volitivo consistía en querer argumentar y dar razón de sus actuaciones. Quizá en esa reflexión las actitudes personales intenten colonizar el ámbito argumentativo. Pero quizá el empleo de la racionalidad ha dado origen a un nuevo estado volitivo. Y es precisamente cuando esto sucede cuando parece que no podemos otorgar el mismo rango para todas las acciones. A la primera de ellas el sujeto le dio el visto bueno. Es un estado volitivo (que puede coincidir con una actitud o no) y a la vez una acción aceptada racionalmente (no nos ha seducido, sino que la hemos elegido por considerarla moralmente más racional y no por nuestra preferencia actitudinal). Quedarse en la cama es otro estado volitivo, pero no aceptado según los argumentos racionales que había empleado con anterioridad. Soy consciente de las insalvables diferencias de base que separan a internistas de externistas. Supongo que para ellos la colonización por parte de las actitudes en las supuestas decisiones racionales es inevitable. Supongo que es por esto por lo que resulta tan difícil ponerse de acuerdo.