Entrevista a Camilo José Cela Conde

Ricardo Morte Ferrer

Universidad de Granada, LI²FE

ricardo63@autistici.org

Camilo José Cela Conde es escritor y Profesor emérito en la Universidad de las Islas Baleares. Forma parte del laboratorio de investigación en “Neurociencia cognitiva” del Centro de Tecnología Biomédica de la Universidad Politécnica de Madrid. Es miembro del comité de redacción de numerosas revistas científicas, miembro de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, miembro del Center for Academic Research and Teaching in Anthropogeny del Instituto Salk y la Universidad de San Diego. Dirige el Centro de estudio de la creatividad de la Gabarron Foundation (Nueva York y Madrid).

Hola Camilo, en primer lugar no puedo evitar pensar que si cuando nos conocimos el siglo pasado en Mallorca y eras alumno mío (de tenis) alguien nos hubiera dicho que te iba a entrevistar en una revista de Éticas Aplicadas seguramente le habríamos recomendado un médico, seguramente un psiquiatra.

No; el psiquiatra te lo habrían prescrito a ti por intentar enseñarme a jugar al tenis. Lo otro forma parte de las vueltas que da la vida.

Ahora empezando ya la parte más sería de la entrevista, ¿actualmente qué temas estás investigando?.

En general, hace tiempo que me dedico a la investigación de las redes neuronales, aunque buscando siempre las claves evolutivas de los procesos cognitivos que las generan. De hecho, los proyectos que estamos emprendiendo ahora tienen que ver con los cambios en las redes activas en el cerebro que produce el pensamiento creativo,

Recuerdo que hace tiempo asistí a una conferencia tuya en Mallorca y, si no me falla la memoria, dijiste algo en el sentido que nos creemos los reyes de la creación pero más allá de pasar de recoger las frutas de los árboles a sembrarlos no hemos conseguido tanto. Cuando veo la situación actual no puedo evitar recordarlo ¿Sigues pensando lo mismo?

De hecho desde que comenzó la pandemia me da la impresión de que somos aún más torpes e inútiles de lo que creía. Bueno; hay que matizar esa idea. Se han juntado el éxito científico soberbio que ha sido lograr varias vacunas contra la Covid-19 en un tiempo récord con la estupidez política de ser incapaz de vacunar a un ritmo razonable y la imbecilidad ciudadana de celebrar lo poco conseguido a base de botellones.

Recientemente la situación en los EEUU ha alcanzado altos niveles de enfrentamiento y violencia. ¿Qué nos puedes comentar al respecto después del tiempo que pasaste en la Universidad de Irvine?

Que los Estados Unidos son el paraíso desde el punto de vista de la investigación universitaria y, a la vez, uno de los últimos sitios del mundo en los que merece la pena vivir. Aunque con los niveles de violencia que comentas y el pésimo sistema sanitario que tienen a lo mejor el problema se resuelve por la vía rápida, si de lo que estamos hablando es de mantenerse uno vivo.

¿Cómo ves la aplicación de la Inteligencia Artificial en diferentes campos, como el de la salud? ¿Cuáles crees que pueden ser los riesgos, por ejemplo en el campo de la privacidad?

Cuando apareció y me interesé por ella de manera digamos académica, la inteligencia artificial se basaba en un error: el de intentar seguir al pie de la letra las pautas del funcionamiento del cerebro humano. Ahora estamos ya en otro registro diferente, con los sistemas expertos como vía de desarrollo hacia “teléfonos inteligentes”, “casas inteligentes” y así. Pero ninguna máquina contribuirá a un aumento general de la inteligencia, entendida como fórmula para resolver de manera eficaz los problemas que aparecen, si intenta ir más allá de lo que es la inteligencia nuestra, la de los usuarios. Quiero decir que si no vemos los riesgos de invasión de nuestro mundo privado y no aprendemos tanto a legislar contra ellos como, sobre todo, a defendernos nosotros mismos de forma particular, mal nos va a ir.

Anteriormente hemos comentado que pasaste algún tiempo en la Universidad de Irvine, me gustaría conocer tu opinión sobre la situación de la investigación en las universidades españolas después de tu retorno a nuestro país.

La diferencia es tan brutal que no sabría ni cómo comenzar las comparaciones. Una cosa es un mundo universitario basado en la excelencia, como es el estadounidense (el de las universidades de prestigio, que hay otras tirando a basura), y otra cosa muy diferente la universidad nepotista y endogámica que tenemos en España. No sólo es, por tanto, un asunto de recursos económicos. Peor es que unos premien el esfuerzo y el talento y otros lo castiguen.

Una de tus líneas de investigación es la neuroestética, el estudio científico de las bases neuronales de la creación y apreciación del arte. Nos podrías comentar algunos de los últimos avances en este campo de estudio, quizá muchos de nuestros lectores se muestren escépticos sobre la asociación entre arte y cerebro, principalmente porque carecemos de una descripción o definición de arte.

Dar una definición científica de lo que es casi cada concepto que manejamos en la vida cotidiana es en la práctica imposible. ¿A partir de qué gramo estás gordo, o cuántos pelos debes haber perdido para que te llamen calvo? ¿En qué segundo acaba el día y comienza la noche?

Nuestras investigaciones sobre los correlatos cerebrales de la percepción de la belleza no pudieron avanzar hasta que renunciamos a definir lo bello y entendimos que en los estudios hay que tomar como “bello” aquel objeto o aquella obra que el participante en el experimento aprecia como tal. Ya nos los habían dicho los anglosajones: beauty is skin-deep; la belleza está en el interior, pero en el interior de quien la aprecia. Así que definir el arte se convierte en inútil porque si un cuadro que a mí me parece espléndido y está colgado en un museo tan prestigioso como el MoMA de Nueva York —uno de Pollock, por ejemplo— le resulta horrible a un sujeto cuyas redes cerebrales estamos examinando, éstas se activarán bajo la pauta de estar percibiendo algo muy feo.

Ya se han descubierto las redes cerebrales activas tanto en la percepción de la belleza como en la creación de obras artísticas. ¡Y son las mismas! Es una especie de alivio que nuestro cerebro haga algo parecido a lo que hizo el de Miguel Ángel al tallar su Moisés (y ponerle cuernos, por cieto).

Lo más sorprendente es que aparecen unas determinadas redes a la hora de percibir lo que nos resulta bello y otras diferentes cuando nos parece feo. Por añadidura, se trata de redes —tanto en el caso de la percepción como en el de la producción de la belleza— que en teoría no deberían activarse. Explicar el por qué de ese hecho nos llevó mucho más tiempo que diseñar y hacer los experimentos.

Dado el impacto de la tecnología digital y su capacidad transformadora de la vida y el trabajo, ves posible que la evolución cultural mediada por las TICS pueda poner en marcha nuevos principios y mecanismos de selección que tengan un efecto en nuestra habilidad para leer y escribir, número de relaciones sociales y tamaño del grupo, memoria episódica... etc. Es decir, ¿el mundo digital en el que ahora estamos inmersos puede cambiar nuestro comportamiento humano y por ende nuestra biología?

Basta con ver cómo mueven los pulgares los adolescentes cuando teclean en el móvil para pensar que algo está cambiando mucho y muy deprisa. Pero en mi opinión lo más importante es cómo esas tecnologías de nuevo cuño nos están cambiando la mente, es decir, el cerebro. Puede irnos muy bien o muy mal.

Además de investigador eres autor de novelas e hijo del último premio Nobel español en la categoría de literatura. ¿La literatura o pongamos por caso el arte en general, puede transmitir conocimiento? ¿Qué habilidades cognitivas desarrolla la lectura de ficción narrativa?

Leer es, para muchas personas, un placer además de una vía para ganar conocimiento. Lo que se desarrolla es la persona como un todo, no sólo determinadas habilidades. Con el arte sucede lo mismo. Quizá nadie lo haya dicho mejor que Caro Baroja: el analfabetismo se cura leyendo y el nacionalismo, viajando.

La verdad es que creo que la entrevista va a encajar muy bien en el número de Dilemata en el que aparece, que hemos categorizado de miscelánea. Para finalizar me gustaría conocer tu opinión sobre el problema de las migraciones masivas, la reacción de la UE y la situación actual en el Mediterráneo en general y en Ceuta en especial.

Tú lo que quieres es que haga es una tesis sobre los extremos a los que ha llegado la tendencia aparecida con el propio linaje humano de explorar nuevas tierras en busca de nuevas oportunidades (por cierto; son siempre los débiles los más forzados a migrar; la conquista es otra cosa). Pero soy demasiado viejo para ponerme a ello.

Muchas gracias, ha sido un placer.

Gracias a ti por permitirme unos momentos relajados dejando de lado protocolos y presupuestos de los proyectos pendientes.