El discurso antifeminista en el tiempo de la posverdad*

Marian Pérez Bernal

Universidad Pablo de Olavide, Sevilla

mdperber@upo.es

1. Desinformación y feminismo

El feminismo es y ha sido un movimiento molesto, que incomoda. En tanto que es una teoría crítica que pone en cuestión el orden existente y que plantea realizar importantes cambios en el statu quo no es extraño que exista animadversión contra él. Si revisamos la historia del feminismo vemos que siempre se ha construido un discurso descalificador del movimiento y de sus propuestas. La justificación de tales ataques han sido una serie de discursos que han apelado a una supuesta naturaleza femenina, inferior o superior, pero nunca igual a la del varón y sustentada en información falsa y/o no contrastada. Según Faludi (1993, 18) la aparición de actitudes y de discursos contrarios al feminismo tiene siempre un porqué. Desde su perspectiva la reacción (backlash) se dispara y se agrava en la medida en que las mujeres dan pasos adelante en la lucha por sus derechos. Sea cierto o no que esos progresos hayan tenido lugar, si se tiene la sensación de que esto ha sucedido y que puede suponer una pérdida de privilegios para los hombres, se activa un discurso contrario al feminismo que pretende frenar y hacer retroceder estos logros. Veamos algunos ejemplos.

En 1775 Pierre Roussel escribe su Sistema físico y moral de la mujer donde defiende que el útero condiciona tanto la vida moral, intelectual como social de las mujeres. Esto significa que el cerebro está determinado por los genitales (Fraisse 1991, 86). En esta misma línea Julien-Joseph Virrey subraya el antagonismo entre el cerebro y los órganos genitales llevando esto hasta el extremo de afirmar que “el abuso de uno acarrea la destrucción del otro” (Fraisse 1991, 99). Esto significa que un ser muy fecundo no sería apto para la actividad intelectual y viceversa. De ahí que se defienda que las mujeres, destinadas a la reproducción, no debían desarrollar su cerebro que podría resultar dañino (Fraisse 1991, 99). Esto explica los consejos a las madres de que no dejaran que sus hijas estudiaran latín porque al ir en contra de su naturaleza podrían quedarse estériles.

En 1909 nos encontramos con el discurso de una antisufragista donde se defiende que es el movimiento antisufragista el que está a la cabeza del progreso de las mujeres y el que, al establecer medidas para resistir su emancipación política, está luchando para preservar los derechos de las mismas (Goodier 2013, 4-5). Esta “filántropa preventiva” da la vuelta al discurso defendiendo que las locas e histéricas sufragistas solo pretenden hacer un daño irreparable a la sociedad mientras que las antisufragistas son las que luchan por salvar a la sociedad y a las mujeres de los daños del feminismo (Goodier 2013, 7).

En 1977 cuando parecía que la Enmienda de Igualdad de Derechos (Equal Rights Amendment, ERA) se iba a ratificar en todos los estados de EEUU, surge un importante movimiento contra ella. Esta enmienda promovía la igualdad jurídica para todos los ciudadanos sin importar su sexo. Sin embargo, el movimiento contrario defiende que en realidad la ERA estaba pensada contra las mujeres y era perjudicial para ellas. Su labor de trasladar esta falsa visión fue tan efectiva que consiguió la movilización de un amplio sector femenino contra su ratificación y finalmente no se consiguió aprobar en todos los estados.

En 1986 apareció un estudio realizado por las universidades de Yale y de Harvard según el cual las solteras con formación universitaria de más de treinta años tenían una posibilidad de casarse de un 20%, las de más de treinta y cinco de un 5% mientras que las de más de 40, solo de un 1.3% (Faludi 1993, 36). La investigación y los datos fueron recogidos en gran número de revistas, periódicos y programas de televisión sin ser cuestionados vendiendo el mensaje de que las mujeres debían elegir entre la formación académica o la vida matrimonial. La demógrafa Jeanne Moorman no confió en unos datos que le resultaban tan chocantes y realizó una investigación en la que demostró que eran falsos. Descubrió que las mujeres solteras de treinta años con estudios universitarios tienen entre el 58% y el 66% de posibilidades de casarse; a los treinta y cinco estarían entre el 32% y el 41% y a los 40% entre el 17% y el 23% (Faludi 1993, 38). Este estudio no tuvo en absoluto la repercusión del primero cuyos datos habían sido mal calculados. Otros casos de mentiras similares como la escasez de nacimientos o los peligros mortales de las guarderías son también analizados por Faludi en Reacción. La guerra no declarada contra la mujer moderna. De nuevo el empleo de la mentira para frenar los derechos de las mujeres.

Comenzamos el artículo con estos ejemplos porque consideramos que la genealogía ayuda a entender mejor el presente. La genealogía es una herramienta fundamental para el feminismo. Como nos recuerda Celia Amorós se trata de una forma de legitimación que permite fundar en el pasado las reivindicaciones del presente. Asimismo, la genealogía permite dar textura histórica a la memoria crítica del feminismo como tarea emancipatoria y nos ayuda a entender el presente (Amorós 2000 (1997), 109). Pasamos ahora a ver qué sucede en la actualidad.

2. El antifeminismo siempre estuvo ahí pero hoy es peor. Conociendo a los nuevos enemigos

En la actualidad encontramos cada vez más presente un discurso antifeminista. Conforme el feminismo ha ido ganando terreno y ha demostrado la legitimidad y la necesidad de su lucha, el empeño por desacreditar el movimiento y su labor ha ido en aumento. Desde principios de los noventa asistimos al surgimiento de un potente discurso antifeminista lanzado sobre todo desde movimientos cristianos de carácter reaccionario como desde los partidos de extrema derecha de carácter populista. Además, si bien informaciones falsas y bulos ha habido siempre, hoy son más peligrosos. La desinformación nos preocupa ahora especialmente porque las nuevas tecnologías nos hacen más vulnerables (Torres 2019, IX). Comenzaremos viendo por qué este discurso resulta hoy especialmente peligroso.

En las redes sociales encontramos continuamente con noticias cuya principal misión es desinformar. La Comisión Europea (2018, 10) define la desinformación como aquella “información falsa, inexacta o engañosa diseñada, presentada y promovida para causar daño público intencionalmente o con fines de lucro”. Se trata de dar información intencionadamente manipulada al servicio de ciertos fines, como pueden ser causar incertidumbre, desestabilizar el orden establecido, defender una determinada ideología o vender un producto.

En estrecha relación con la desinformación nos encontramos con las fake news, de las que vivimos rodeados. Se trata de contenidos falsos que simulan ser noticias legítimas y adoptan la apariencia de contenidos válidos cuando en realidad han sido creadas con la intención de engañar para favorecer determinados intereses. En el 2016, con la llegada al poder de Donald Trump y el referéndum del brexit las fake news y la desinformación -que ya estaban aquí- ocuparon un primer plano.

Como si no fueran bastante las fake news, tenemos también las junk news. Las noticias basura son utilizadas para alterar e influenciar a los ciudadanos durante las campañas electorales porque se trata de noticias falsas con un marcado carácter partidista (Rodríguez Fernández 2020, 72).

Y como todo podía ir peor en 2017 aparecieron los deepfakes (o ultrafalsos). Recordemos los videos pornográficos que se extendieron por la red en los que se había suplantado los rostros de actrices porno por los de actrices estadounidenses famosas y se presentaron como videos robados a estas actrices. Esta tecnología se ha ido perfeccionando cada vez más. El desarrollo de herramientas automatizadas de edición de vídeo y audio permite la creación de expresiones faciales, sonidos y movimientos de labios realistas a partir de videos preexistentes. En ellos podemos encontrarnos a una persona diciendo algo que nunca dijo (García Marín y Salvat Martinrey 2021, 202). Cada vez será más complicado poder confiar en la percepción sensorial como criterio válido para discriminar entre la verdad y la falsedad. Como bien nos recuerda Han el mundo digital se deja moldear y manipular a voluntad ya que en este campo los hechos dejan de ser obstinados y resistentes (Han 2022, 81).

La verdad y la mentira resultan hoy más difíciles de distinguir. Según Han las fake news no llegan ni siquiera a ser mentiras ya que se sitúan en otro plano. Cuando hablamos de mentiras estamos asumiendo que existe una verdad de la que estas afirmaciones se alejan: “la mentira solo es posible cuando la distinción entre la verdad y la mentira permanece intacta” (Han 2022, 74). En su opinión este tipo de enunciados son mucho más peligrosos porque atacan la propia facticidad de la realidad (Han 2022, 74). La época de la verdad ha terminado (Han 2022, 91).

Si bien Han se refiere en principio a las fake news, considero que podríamos hacer extensible lo dicho por él a los deepfakes o las junk news. Esta tríada nos conduce hacia la posverdad. Un pequeño detalle nos permitirá ver la importancia de este concepto. El término posverdad fue elegido como palabra del año por el Diccionario Oxford en 2016. D´Ancona explica este concepto del siguiente modo:

“la posverdad consiste en rendirse al siguiente análisis, la constatación por parte de los productores y consumidores de información de que ahora la realidad es tan esquiva, y de que nuestros puntos de vista como individuos y como grupos son tan divergentes que ya carece de sentido hablar de, o buscar, la verdad” (D´Ancona 2019,121)

El concepto de posverdad se vincula con aquellos relatos donde el aspecto emocional prevalece sobre los hechos empíricamente demostrados y sobre la razón, donde se explotan las medias verdades o se establecen marcos falsos de la realidad que permiten que parezca creíble información maliciosa (Murolo 2019; García Marín & Salvat Martinrey 2021, 200). La posverdad funciona cuando la gente prefiere hacer caso a sus creencias y emociones en lugar de la verdad objetiva. La verdad y la veracidad ya no importa y la información se convierte en una jungla cada vez más impenetrable (Han 2022, 41).

Y seguimos avanzando planteando ahora un nuevo elemento distintivo de este nuevo tiempo. Es importante tener presente que el papel que las personas tienen ahora en la creación de la información es inédito. Podemos participar activamente en la creación y en la propagación de noticias publicando, compartiendo y comentando las noticias a través de las redes sociales. Todos somos de forma simultánea emisores y receptores. Las personas dejan de ser espectadores pasivos para convertirse en emisores activos que se consideran seres libres auténticos y creativos que se producen a sí mismos (Han 2022, 10).

Se ha ampliado el número de personas que participan en la desinformación porque han disminuido los costes tanto de tiempo como de dinero o de esfuerzo. Así, una infinidad de troles difunden de forma deliberada información falsa por las redes sociales y la situación se vuelve aún más compleja si pensamos en la existencia de los bots, esto es, cuentas falsas que crean y multiplican contenidos de forma automatizada en las redes sociales gracias a la inteligencia artificial, que se hacen pasar por personas reales y que publican en las redes como si lo fueran. Al ser muy fácil y barato crear estos bots que lanzan información manipulada no es difícil conseguir con ellos un determinado clima de opinión. Si de repente comienzan a retuitear ciertos contenidos pueden lograr, sin ninguna dificultad, que estas cuestiones se vean como tendencias generalizadas cuando no es así y hacer que parezca que es una opinión dominante algo que no lo es.

Esto implica además que una noticia puede tener gran alcance sin estar respaldada por ningún medio tradicional. No hay ningún agente intermedio que revise la veracidad de los contenidos, basta con que cualquiera retuitee o comparta el contenido y, además, en las redes sociales el origen del bulo se diluye con gran facilidad. Así, las redes sociales se han convertido en espacios donde resulta muy habitual la propagación de rumores y de información no contrastada y un nicho fabuloso para la desinformación.

No debemos además olvidar que la desinformación tiene como uno de sus objetivos poner en cuestión la veracidad y la fiabilidad de esos medios tradicionales. Basándose entre otras en teorías conspiranoicas se ha puesto en cuestión el que estos puedan ser vistos como mecanismos de autentificación adecuados y se ha tratado de vender que es en las redes sociales donde las personas van a poder encontrar la verdad:

“Son las redes con su carácter inmediato, su anonimato y su falta de contraste necesario, percibidas ahora por un electorado cada vez más amplio como las verdaderamente capacitadas para ofrecer un relato sino verdadero, al menos ideológicamente satisfactorio […]” (Rivas Venegas 2021, 70)

Y terminamos este veloz viaje por los nuevos peligros a los que nos enfrentamos haciendo mención a los filtros burbujas y las cámaras de eco. El filtro burbuja apunta a la situación de aislamiento intelectual en el que puede acabar una persona debido al uso por parte de las páginas web de algoritmos basados en comportamientos pasados para personalizar el resultado de las búsquedas de cada persona (Pariser 2011). Esto significa que no existe un google estándar, sino que tras las búsquedas siempre hay cierto tipo de personalización debido a la edición invisible y algorítmica de la red. Los algoritmos van a decidir qué vemos, y no podemos saber qué es lo que no vemos:

“You click on a link, which signals an interest in something, which means you’re more likely to see articles about that topic in the future, which in turn prime the topic for you. You become trapped in a you loop, and if your identity is misrepresented, strange patterns begin to emerge, like reverb from an amplifier.” (Parisier 2011, 125)

El filtro burbuja crea un universo de información único para cada uno de nosotros (Parisier 2011, 9). Los usuarios de una burbuja solo reciben información que concuerda con su punto de vista y se mantienen totalmente apartado de la información que les llega a las personas que están en otra burbuja ideológica o cultural. Al recibir las personas mensajes que confirman lo que ya pensaban se les priva de la posibilidad de poner en cuestión estas ideas y de valorar posiciones contrarias alternativas

En estrecha relación con los filtros burbujas nos encontramos con la cámara de eco. Desde el punto de vista de la acústica, la cámara de eco es un recinto hueco que se utiliza para producir reverberación, esto es, logra que un sonido se vea reforzado o se haga más persistente. Por extensión se denomina así en el ámbito informativo a aquellas situaciones en las que se consigue que determinadas ideas se vean amplificadas por la repetición en un ámbito cerrado donde, gracias al filtro burbuja, no hay cabida para ideas diferentes ya sea porque directamente están censuradas o porque están representadas de forma tan minoritaria que apenas se les puede prestar atención.

Debemos tener presente que grupos distintos reciben información diferente y que en gran número de ocasiones se contradice (Han 2022, 37). Gracias a la personalización de internet, la información que nos va a llegar de forma mayoritaria apoya las posiciones en las que nosotros estamos y coincide con nuestras ideas previas que se ven así reforzadas. Hay desinformación para todos los gustos: “El big data y la inteligencia artificial son como una lupa digital que descubre el inconsciente oculto del agente tras el espacio consciente de la acción” (Han 2022, 23). Dice así R. Torres:

“(…) estas operaciones rara vez tratan de cambiar lo que la gente piensa. Se trata más bien de confirmar lo que la gente ya cree. Ahí reside el gran peligro de la desinformación, lejos de aportar datos que incomoden y hagan que el receptor tenga que asumir el esfuerzo de replantearse aquellas de sus opiniones que chocan con la realidad, la desinformación arroja a su consumidor a un confortable estado de confirmación de sus prejuicios. Este efecto es especialmente gratificante cuando la desinformación respalda posiciones que el individuo se muestra reticente a defender de manera abierta, porque considera que son impopulares y le pueden acarrear el reproche de los que le rodean.” (Torres 2019, X)

Como bien señala Han en las cámaras de eco “la mayoría de las veces me oigo hablar a mí mismo” (Han 2022, 47). Filtros burbujas y cámaras de eco alimentan la polarización dentro de la sociedad. Las tribus digitales creadas por ambas permiten una importante experiencia de identidad y pertenencia (Han 2022, 52). Parece inevitable posicionarse a favor o en contra no dando espacio para los matices. Los grises no gustan. Esto acaba conduciendo a una desintegración de la esfera pública democrática ya que los horizontes de experiencias se tornan individuales y desaparece el horizonte compartido. Nunca se había podido fragmentar de este modo tan fino el público receptor de un mensaje cada vez más individualizado. De ahí que Han afirme:

“La red digital carece de la estructura anfiteatral de los medios de comunicación convencionales, que agrupan los asuntos relevantes para la sociedad en su conjunto y atraen la atención de toda la población hacia ellos. Las fuerzas centrífugas que le son inherentes hacen que el público se desintegre en enjambres fugaces e interesados. Esto dificulta la acción comunicativa, que requiere públicos estables a gran escala.” (Han 2022, 45)

Todos estos hechos enlazan con la posverdad. Según Han esta desintegración en tribus entre las que parece imposible el diálogo está detrás de la crisis de la verdad. Se ha perdido el mundo común, se ha perdido un lenguaje común y se ha perdido incluso al otro. La desaparición del otro va a implicar el fin del discurso.

“Sin la presencia del otro, mi opinión no es discursiva, no es representativa, sino autista, doctrinaria y dogmática.” (Han 2022, 46)

3. El antifeminismo en el tiempo de la desinformación y la posverdad.

Las plataformas que se dedican al fact-checking (la verificación de datos) tienen como objetivo luchar contra la desinformación, las percepciones erróneas y las noticias falsas en las redes sociales (López Pan y Rodríguez Rodríguez 2020). Estas plataformas han señalado la importante presencia de fake news en el ámbito del feminismo. Newtral, en su página web, afirma:

“El feminismo es una diana recurrente de bulos, fakes virales y desinformaciones que se comparten en redes sociales, desde cifras manipuladas de violencia de género hasta citas falsas de la ministra de Igualdad o malinterpretaciones de datos sobre la asignación de fondos europeos.”1 (Newtral, 8.3.2022)

La presencia de este tipo de contenidos con enfoque antifeminista es tan grande que Maldita.es –una de las plataformas más conocidas de fact-checking- decidió lanzar una sección dedicada específicamente al feminismo –Maldito feminismo- y justificaba su necesidad del siguiente modo:

“La mujer, la igualdad o el feminismo son algunos de los objetivos importantes de los bulos. Datos sacados de contexto o cifras falsas, lo vemos cada vez más: el discurso público se intoxica con comparaciones manipuladas y argumentos falaces que atacan al movimiento feminista para desacreditar la igualdad entre hombres y mujeres.”2 (Maldito Feminismo, s.f.)

También la producción científica se ha hecho eco de este discurso antifeminista. En “Investigación sobre desinformación en España. Análisis de tendencias temáticas a partir de una revisión sistematizada de la literatura” David García Marín y Guiomar Salvat Martinrey (2021) analizan la producción científica sobre desinformación publicada en España entre 2016 y el 31 de mayo de 2021. Según su estudio la mayoría de los 176 trabajos sobre este tema publicados tratan sobre soluciones para abordar el desafío de la desinformación, en segundo lugar, analizan la producción y/o estrategias de los contenidos desinformativos; en tercer lugar, los artículos que exploran los factores causantes de la desinformación y en cuarto lugar los que se centran en las taxonomías sobre los desórdenes informativos en contextos específicos. El 71.02% de los trabajos publicados se engloban en una de estas cuatro categorías (García Marín & Salvat Martinrey 2021, 206). Para nuestro trabajo nos interesa el punto dos y cuatro de esta taxonomía. En el caso de la producción y/o estrategias de los contenidos desinformativos, el antifeminismo aparece con un 2.77%, con una presencia similar a la del covid-19, la desinformación económica o cuestiones relacionadas con la extrema derecha. En el apartado dedicado a las taxonomías sobre los desórdenes informativos en contextos específicos, tiene un 7.14%. Solo la cantidad de desinformación acerca de la covid-19 está por encima (García Marín & Salvat Martinrey 2021, 208).

En esta misma línea se pronuncia Bernal Triviño en No manipuléis al feminismo. Una defensa contra los bulos machistas:

Nos encontramos en plena etapa de la desinformación y del discurso del odio, donde el machismo se encarga de difundir bulos sobre las conquistas sociales de las mujeres. Tergiversan datos y referencias, parten de hechos no objetivos, niegan cifras oficiales o apelan a las emociones y sentimientos para tener un mayor impacto. El resultado siempre es la desinformación… pero a veces tan bien tratada y presentada, que incluso, a veces, se puede considerar más verdad que la propia verdad. Solo con el hecho de crear la duda consigue una victoria. A ello se suma la viralidad en las redes sociales, en nuestro Facebook, WhatsApp o Twitter con mensajes que manipulan para desacreditar el feminismo. (Bernal Triviño 2019, 13)

¿Por qué sucede esto? ¿Qué explica la presencia constante de este tipo de discurso en las redes? En el artículo “Análisis de las estrategias discursivas en la construcción de discurso antifeminista en redes sociales”, Bonet-Martí sitúa el comienzo del discurso antifeminista en el caso de España a partir de 1999 con la creación del Foro Español de la Familia y con la aparición dos años después de la plataforma ciberactivista Hazte Oír. Ambas organizaciones han presentado la lucha contra el feminismo como uno de los ejes fundamentales de su actividad. Nos recuerda Bonet Martí que en la legislatura 2004-08 de Rodríguez Zapatero, cuando se aprueba la Ley 1/2004 integral contra la Violencia de Género y la reforma del Código Civil que permite el matrimonio igualitario y la adopción homoparental y la Ley 3/2007 de igualdad efectiva entre hombres y mujeres, estas organizaciones realizan manifestaciones masivas contrarias contra la agenda de igualdad del gobierno. Tras la victoria del Partido Popular viene un tiempo de paz en el que la presencia de estas organizaciones apenas se percibe, pero esta tregua terminará en 2018 con el ingreso en las instituciones de VOX, que desarrolla un discurso explícitamente antifeminista (Bonet-Martí 2020, 4).

Álvarez Benavides y Jiménez Aguilar (2021, 2) han subrayado que el antifeminismo sería un elemento estructurante de la ideología de Vox y un ejemplo claro de la evolución de su discurso político respecto a la extrema derecha tradicional. La ideología de este partido es analizada por Carlos Ferreira en el artículo “Vox como representante de la derecha radical en España: un estudio sobre su ideología” donde subraya como elementos centrales de su planteamiento el antifeminismo, el antiabortismo y la defensa de la familia tradicional (Ferreira 2019, 90). Un tema central en sus posicionamientos sería la lucha contra la «ideología de género» y contra el «lobby LGTB». La expresión «ideología de género» se acuñó en los años noventa por parte de movimientos católicos reaccionarios y resulta de la mezcla de ideas procedentes de la teoría queer, del construccionismo social acerca de los roles sociales y de género y de los estudios sobre la transexualidad entre otras. A partir de ideas tomadas de distintas corrientes se inventa una ideología en la que no se reconocen ninguna de las corrientes antes citadas. Según sus creadores esta teoría oculta un proyecto predefinido enfocado en la destrucción de la familia tradicional y de las relaciones heterosexuales3. En esta misma línea Vox pretende eliminar las subvenciones a las asociaciones feministas y LGTBI y aboga por suprimir la ley de violencia machista porque considera que «discrimina al varón» (Ferreira 2019, 90).

Por supuesto no estamos hablando de un problema que afecte solo a España. En el estudio Tip of the Iceberg. Religious Extremist Funders against Human Rights for Sexuality and Reproductive Health in Europe 2009–2018 realizado por el Foro Parlamentario Europeo sobre los derechos sexuales y reproductivos (2022) se analiza cómo se financia el movimiento antigénero que pretende hacer retroceder los derechos humanos en Europa. Según este informe entre los años 2009 y 2018 organizaciones antifeministas y antiabortistas habrían gastado más de 650 millones de euros para propagar sus planteamientos y para poner en cuestión las tesis defendidas por el feminismo (Foro Parlamentario Europeo 2022, 97). Se trata de una importante estructura al servicio del desprestigio del feminismo:

(…) los bulos existen porque generan un beneficio económico (clics-publicidad), pero sobre todo por un interés ideológico cada vez más organizado (Bernal Triviño y Clares Gavilán 2019, 144)

Entre los trabajos reseñados en el artículo de García Marín y Salvat Martinrey queremos destacar especialmente el estudio de Herrero-Diz, Pérez-Escolar y Plaza-Sánchez, “Desinformación de género: análisis de los bulos de Maldito Feminismo”. Este trabajo tiene como objetivo analizar setenta y un bulos desmentidos por el medio Maldita.es en la sección Maldito Feminismo. La finalidad es conocer las principales características e intenciones de las noticias falsas relacionadas con el feminismo (Herrero-Diz, Pérez Escolar & Plaza Sánchez 2020, 198)4.

Según este artículo es el propio feminismo el principal objeto de los bulos y el que recibe más ataques. El 56.4% de los bulos se centran en esta cuestión. A esta le seguirían los bulos sobre violencia de género (24%); sobre personajes reconocidos de la sociedad (8,4%); sobre derechos, normas o leyes que afectan a las mujeres (8,4%); y en último lugar nos encontramos con las noticias que buscan difamar o dañar la figura de mujeres célebres en la historia (2,8%) (Herrero-Diz, Pérez-Escolar y Plaza-Sánchez 2020, 205). El propósito que late tras los bulos relacionados con el feminismo es propagandístico y tendrían como finalidad desprestigiar al feminismo y movilizar a la ciudadanía en su contra (Herrero-Diz, Pérez-Escolar y Plaza-Sánchez 2020, 210). El feminismo y los “lobbies feministas internacionales” aparecen como el enemigo al que culpar (Rivas Venegas 2021, 69).

El artículo “New approaches to the propagation of the antifeminist backlash on Twitter” se centra en el análisis de las reacciones en Twitter contra la campaña #Cuéntalo, que sería el equivalente español del #MeToo, y ordena el discurso antifeminista generado en las redes sociales de acuerdo con cuatro categorías principales: 1) El feminismo es una ideología autoritaria y las feministas pueden ser feminazis; 2) El sesgo ideológico de la izquierda nubla el juicio de las feministas; 3) El doble rasero moral de la izquierda según quienes sean los agresores y 4) Los hombres también son maltratados por las mujeres. Según este estudio el 36.5% del total de los mensajes analizados se enmarcan en la primera categoría (Gutiérrez Almazor, Pando Canteli y Congosto 2020, 230). Vemos que de nuevo el propio feminismo aparece como foco principal de los ataques.

En relación con la crítica al feminismo como movimiento nos gustaría señalar el trabajo de Bonet-Martí acerca de las prácticas discursivas que se emplearon en las redes sociales entra marzo y abril de 2020 con el fin de establecer una relación entre las manifestaciones feministas del 8M con la expansión de la pandemia del covid-19. En el artículo señala que el movimiento feminista era descrito como “secta”, “lobby” o “chiringuito” con el fin de presentarlo como un movimiento ideológicamente cerrado y cargado de todas las connotaciones negativas de estos términos. Las participantes son denominadas como “feminazis”, “Charos” o “locas del coño” y al 8M se refieren como “Feministada” o “aquelarre” (Bonet-Martí 2020, 7). Las asociaciones feministas y LGTBI son descritas a menudo como “comunistas y radicales” (Ferreira 2019, 90).

Estos planteamientos antifeministas, cada vez más presentes en las redes sociales a través de fake news, fomentan un sentimiento misógino donde se combinan “el discurso reaccionario de la Iglesia católica y los nuevos arsenales léxicos del nacional-populismo” (Rivas Venegas 2021, 68). Como podemos ver no se trata solo de una ofensiva de carácter ideológico sino también una batalla léxica. En este sentido Rivas Venegas subraya el proceso de sobrelexicalización de “palabras gruñido” del “otro” presente en las redes sociales presentando como ejemplos las expresiones “feminazi”, “yihadista de género”, “supremacistas”, “totalitarias”, “liberticidio radical”, “burkas ideológicos”, “colectivización de las mujeres” o “chiringuitos feministas” (Rivas Venegas 2021, 69). Según Han “en la mentira total, el propio lenguaje se retuerce y se adapta a la mentira” (Han 2022, 80). Con esos lenguajes privados no se pueden establecer redes de comunicación entre los distintos sectores de la sociedad. Al perderse un lenguaje común se pierde también el mundo común y eso hace imposible que las distintas tribus puedan dialogar y ponerse de acuerdo acerca de algo (Han 2022, 73).

Tal y como señalamos en la introducción considero que estos ataques omnipresentes en las redes sociales contra el feminismo se explican como un proceso de reacción (backlash) similar al que fue denunciado por Faludi en los años ochenta y frente al que las mujeres se rebelaron:

“La década de la reacción se plasmó en una larga, dolorosa e incesante campaña para frustrar los avances de las mujeres. No obstante, pese a todas las fuerzas que consiguió alinear –las furibundas denuncias de la “nueva derecha”, los retrocesos legales de los años de mandato de Reagan, la imponente resistencia del mundo empresarial, las máquinas de producción de mitos autoalimentados a través de los medios de comunicación y de Hollywood, la imagen “neotradicional” comercializada por la publicidad- las mujeres nunca se dieron realmente por vencidas.” (Faludi 1993, 543)

La propia Faludi ha señalado el paralelismo entre la situación que vivimos hoy con lo sucedido en los años ochenta. Es más, considera que la reacción de los ochenta fue mucho más sutil que la que tiene lugar ahora mismo cuando ya no se oculta la lucha (Faludi, Shames, Piscopo & Walsh 2020, 338). Si en los años ochenta se denunció que el feminismo hacia infelices a las mujeres ahora son los hombres los que son presentados como las principales víctimas del feminismo. Esto se explica porque se ha conseguido que se focalice contra el feminismo la rabia que sienten muchos hombres ante el cambio económico y cultural que les ha afectado de forma considerable como si fuera la independencia de las mujeres la causante de esta situación y de todas sus desgracias (Faludi, Shames, Piscopo & Walsh 2020, 338).

4. Sobre chiringuitos feministas, feminazis y hombres víctimas

Pasamos ahora a ver algunos ejemplos seleccionados de las plataformas de fact-checking Maldita.es, Newtral y Verifica EFE que nos permiten ver casos concretos de las cuestiones hasta ahora analizadas5. Veremos a través de estos ejemplos como el antifeminismo hoy tiende a ver al feminismo como un lobby poderoso, violento y acaparador de ayudas sociales que hace un enorme daño a la familia y es enemigo tanto de las mujeres no feministas como de los hombres. Los hombres son las principales víctimas de un movimiento que no pretendería la igualdad sino acabar con los varones y que construye un discurso falso acerca de la violencia de género para convertir en culpables a todos los varones6. Estas críticas no funcionan de forma aislada, sino que se refuerzan entre sí. Si bien el feminismo es una lucha contra la cultura masculina pero no contra los hombres se deforman las tesis del feminismo para presentarlo como una guerra contra los hombres y verlo como el promotor de la “guerra de sexos”.

Comenzamos con un lugar común en la historia del feminismo: las feministas son violentas. Recordemos la denominación feminazi. La identificación entre feminismo y violencia la podemos ver en el siguiente ejemplo:

El bulo de que el Lamborghini grafiteado son “daños causados en la manifestación del 8-M”: fueron los propios dueños quienes lo pintaron7 (Maldito Feminismo, 18.3.2022)

Fueron los dueños de los coches, propietarios de un bar por el que iba a pasar la manifestación los que decidieron hacer pintadas en los coches con mensajes como “Ni una más” o “Igualdad”. Era su forma de mostrar apoyo a la lucha feminista el 8M sin embargo se presentó en las redes como un ejemplo del vandalismo de las mujeres que participaron en la manifestación.

La denuncia del feminismo como un lobby acaparador de ayudas económicas se puede ver en este bulo que sacó a la luz Maldito feminismo:

El bulo de que el presupuesto de más de 20.000 millones de euros del plan estratégico de Igualdad se destinará a “charlas feministas”8 (Maldito Feminismo 17.3.2022)

Frente a lo que se dice en las redes sociales, los datos aportados por Maldita.es demuestran que casi el 91% del presupuesto se dedicará a la ampliación de plazas en las escuelas infantiles de cero a tres años y a subsidios para padres y madres que tengan hijos con una enfermedad grave o con cáncer. La mayor cuantía de la ayuda va al Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones y no al de Igualdad y, además, esa cantidad apunta a la inversión que se hará en cuatro años y no de forma anual. Todo esto da igual, porque ya hemos visto que en el tiempo de la posverdad las cifras y los datos no nos interesan. Solo nos interesa construir un relato donde se presente a las feministas como un lobby cerrado que se está aprovechando de las arcas del Estado mientras la población vive situaciones de necesidad logrando así el rechazo hacia este movimiento. En esta misma línea nos encontramos el siguiente bulo:

No, no es cierto que el Gobierno haya dado “630 millones destinados a ayudas al desarrollo” a las “asociaciones feministas y LGTBI”9 (Maldito Feminismo 21.8.2019)

Tras aclarar diferentes cuestiones acerca de las verdaderas cantidades Maldita.es analiza dónde han ido las ayudas y niega que todas fueran a ese tipo de asociaciones. Había subvenciones a entidades muy diferentes que nada tenían que ver con el feminismo así, pone como ejemplo, una ayuda de 1.6 millones dedicada a la Asociación para el Desarrollo Campesino en Colombia o 3.5 millones que habían sido concedidos al Ministerio de Agricultura de Mali para la región de Sahel.

También en la línea de denunciar los “chiringuitos feministas” nos encontramos el siguiente bulo detectado por EFE Verifica:

Ni la embajadora en misión especial cobra 275.000 euros ni su cargo es nuevo10 (EFE Verifica 10.11.2021)

La noticia se refería a la Embajadora en Misión Especial para la Política Exterior Feminista nombrada en noviembre de 2021. Frente a lo que decía la noticia el sueldo de esta funcionaria es cuatro veces inferior al mencionado y la fake news se apoyaba en un burdo montaje de la página del BOE donde se había incluido ese sueldo. A esto hay que añadir que no se trata de un puesto nuevo. La creación de este cargo fue anunciada por el Gobierno de Mariano Rajoy con la denominación «embajador en Misión Especial para la Igualdad de Género». Solo hay cambio en el nombre.

Un ejemplo donde se combina la cuestión de la financiación con la falsedad de las denuncias de la violencia de género lo encontramos en el siguiente caso:

No, ni los fondos europeos ni la financiación en materia de violencia de género se reparten en función de las denuncias que tiene cada país.11 (Maldito feminismo, 29.03.2022)

Como nos recuerda Maldita.es la financiación de la Unión Europea está abierta en igualdad de condiciones a todos los países miembros, de forma independiente del número de denuncias que presenten. Los datos falsos en el ámbito de la violencia de género es un tema especialmente sangrante. De nuevo en este caso se concede mayor importancia a la historia narrada y a las emociones que a los hechos probados (Gutiérrez Almazor, Pando Canteli y Congosto 2020, 230). Cuando se demuestra que los datos son falsos recurriendo a los datos oficiales, recurren a las teorías conspiranoicas. Se podría establecer una relación entre el discurso de la posverdad dominante y la vuelta a la masculinidad tradicional:

La vuelta a la masculinidad tradicional recurre a la posverdad, esto es, mentiras emotivas que pretenden influir en la opinión pública para modelar su opinión. Los hechos objetivos, las estadísticas, quedan en un segundo plano; el foco de atención se traslada a las distorsiones producidas por las creencias personales y los discursos emocionales (Ávila Bravo-Villasante 2019, 267).

De nuevo se emplea la violencia de género para presentar a los hombres como víctimas de un sistema injusto en el siguiente ejemplo:

Es falso que la patria potestad del padre se suspenda con “solo una denuncia” por maltrato psicológico12 (Newtral 29.6.2021)

Las feministas y el feminismo son enemigos de la familia. En esta línea nos encontramos con otro bulo con contenido engañoso acerca del feminismo:

No, no hay pruebas de que la exministra de Sanidad Carmen Montón (PSOE) dijese “la familia es la derrota de las mujeres” 13 (Maldito Feminismo, 12.3.2019)

No fue muy diferente lo que se dijo en el siglo XIX cuando las sufragistas se rebelaron en aras de conseguir el derecho al voto. En 1894 la antisufragista Jeannette Gilder denunciaba en la prensa que la participación política de la mujer destruiría la vida del hogar (Goodier 2013, 28). Volvamos a la actualidad ¿sobre qué se basaba este titular? ¿Cuándo había hecho la Ministra estas declaraciones? El argumento que sustentaba dicha afirmación era únicamente que en el Trabajo Fin de Master Carmen Montón había escrito la siguiente frase: “La familia patriarcal –dice Engels- es la derrota histórica del sexo femenino”. Es evidente que de ahí no se sigue la afirmación del titular que corrió como la pólvora por las redes sociales. En este caso simultáneamente se rechaza el pensamiento feminista y las políticas del gobierno de PSOE y Podemos. Según Gutiérrez Almazor, Pando Canteli y Congosto (2020, 231) el discurso antifeminista se alinea con un rechazo de las políticas progresistas y son constantes las denuncias de la unión entre feminismo e ideología de izquierda.

Ávila Bravo-Villasante (2019, 83) en La máquina reaccionaria. La lucha declarada a los feminismos denuncia la tendencia de la nueva derecha a rebautizar los términos y algunos de los ejemplos casan perfectamente con el caso que estamos analizando. El feminismo pasa a ser denominado como un “movimiento contra la familia”, el rechazo a los derechos reproductivos logrados por las mujeres se denomina “actitud a favor de la vida” o su condena a la presencia constante de la mujer en el ámbito laboral pasa a denominarse “actitud a favor de la maternidad” (Bravo Villasante 2019, 83).

Como estamos viendo la reacción antifeminista defiende que el feminismo pretende sustituir la opresión de la mujer por los hombres a una opresión inversa en la que sean los hombres los sometidos y partiendo de esta premisa se construye un discurso contra el feminismo como movimiento y contra sus logros. El feminismo es visto como el enemigo de las mujeres y el responsable de su infelicidad. Álvarez-Benavides y Jiménez-Aguilar afirman:

“En el imaginario de Vox, el feminismo desposee a la mujer de su agencia y de su capacidad de desarrollo bajo un falso concepto de la feminidad, soportado por el Estado, que no permite que las mujeres trabajadoras puedan tener alternativas económicas que le permitan ser madres.” (Álvarez- Benavides y Jiménez Aguilar 2021, 6-7)

Recordemos que este tipo de argumentación ya se empleó para poner en cuestión las reivindicaciones de las sufragistas o de las feministas radicales de los años sesenta. El discurso de los ochenta también culpará al feminismo de la infelicidad de las mujeres. De ser su mejor aliado, el feminismo se ve convertido en su peor enemigo (Faludi 1993, 9) (Ávila Bravo-Villasante 2019, 60-61).

Los argumentos antifeministas pretenden convencer a la opinión pública del mal que las feministas habían inoculado a las mujeres. El feminismo había conducido a las mujeres a la locura y a la infelicidad (Ávila Bravo-Villasante 2019, 93). Sacarlas de ahí es prioritario y también, por supuesto, denostar al feminismo y a las feministas que han sido tan dañinos. No solo se trata de frenar la lucha de las mujeres por la igualdad, sino que se pretende también revocar sus logros, acabar con ellos (Ávila Bravo-Villasante 2019, 83).

Las fake news se van a emplear también para desprestigiar a las mujeres que luchan por sus derechos. Los deepfakes son una importante tendencia dentro de esta industria y las principales víctimas son las mujeres (Herrero-Diz, Pérez-Escolar & Plaza-Sánchez 2020, 192). Queremos en línea con esto recoger un ejemplo de deepfakes pornográficos empleados para silenciar a una mujer y denunciados por Efe Verifica:

Deepfakes pornográficos para silenciar a las mujeres14 (Efe Verifica, 5.1.2022)

La periodista india Raya Ayyub denunció la falta de actuación de la India tras la violación en Cachemira de una niña de ocho años. Tras su denuncia empezó a circular un deepfake pornográfico en el que aparecía su rostro y por el que sufrió ciberacoso en las redes. Las Naciones Unidas tuvieron que intervenir solicitando al gobierno indio que la protegiera. Se trata, sin duda, de una herramienta muy peligrosa.

5. Concluyendo: La verificación de datos como nueva tarea

Estamos en un contexto de radicalización del antifeminismo. Cuando los feminismos se organizan mundialmente, sus reacciones también lo hacen. El filtro de burbujas y la cámara de eco explican que las personas estemos expuestos solo a las ideas que concuerdan con nuestras tesis por lo que resulta improbable que accedamos a la información que ponga en cuestión nuestras ideas. Esto lleva aparejado la creación de ciberguetos o biotopos tribalistas de la red (Han 2022, 52). Surgen así los ciberguetos antifeministas:

La principal diferencia es que, hoy en día, el poder de divulgación de las tecnologías de la comunicación no solo ha ampliado el eco de las voces que vituperan el feminismo, sino que, además, ha favorecido que la desinformación sea el principal aliado de los ciberguetos antifeministas. (Herrero-Diz, Pérez-Escolar & Plaza Sánchez 2020, 197)

Las personas pertenecientes a estos guetos difícilmente llegarán a páginas como Efe Verifica, Newtral o Maldita.es y si llegaran las considerarían como nuevas herramientas para defender de forma torticera la teoría feminista. No podemos minusvalorar el poder de una teoría conspiranoica.

Ante un panorama como este, resulta urgente concienciar a la ciudadanía de la gravedad del problema y de la importancia de tomar medidas desde el ámbito legislativo, político y empresarial para frenar este fenómeno. Estas tensiones y resentimientos antifeministas pueden desencadenar reacciones peligrosas en todos los ámbitos y en algunos países está dando amargos frutos. Por ejemplo, en 2018 Viktor Orbán, el primer ministro de Hungría, dejó de financiar los estudios universitarios sobre género denunciando que los liberales del género habían causado un daño irreparable en las almas de las generaciones que habían crecido en las últimas décadas. Solo un ejemplo de nuestro contexto para ver la gravedad de la situación. Según datos del Barómetro Juventud y Género 2021, uno de cada cinco jóvenes adolescentes varones cree que la violencia de género no existe y que es un invento ideológico y uno de cada diez jóvenes considera que las desigualdades de género no existen (Rodríguez San Juan et. al. 2021, 67). Si pensamos que su principal fuente de información son las redes sociales no es extraño que piensen así.

Es tarea de los estudios de género denunciar esta reacción antifeminista en las redes sociales. El ciberfeminismo -entendido en sus múltiples sentidos y desde enfoques muy diferentes- lleva años trabajando en el feminismo desde la dimensión virtual, dimensión que cada vez tiene más peso en nuestra vida cotidiana. El ciberfeminismo ha luchado contra la brecha digital, los estereotipos y el techo de cristal en este dominio y a favor de la visibilización y el reconocimiento de las mujeres en el ámbito tecnológico y digital (Fernández Romero, Corredor Lamas y Santín Durán 2011, 70). Estas tareas siguen estando pendientes, pero consideramos que debe ponerse como tarea urgente el activismo de verificación de datos para poner freno a la posverdad, una importante enemiga del feminismo.

Las redes sociales se han convertido en un espacio imprescindible para el debate y la defensa de las posiciones feministas y para poder movernos en ellas es muy importante tener herramientas para la verificación de los datos. La verificación de datos es fundamental para desenmascarar la posverdad y para desmontar un discurso ideológico que pretende dinamitar las reivindicaciones y los derechos de las mujeres. Se trata de una tarea urgente para responder a los desafíos de nuestro tiempo y que debería llevarse a cabo teniendo presente el ámbito periodístico, el académico y el cívico político (López Pan y Rodríguez Rodríguez 2020, 1050-1051).

En 2020 Faludi planteaba que lo mejor que podíamos hacer para frenar este tipo de discursos reactivos antifeministas era hablar y escribir con claridad y de forma accesible sobre estas cuestiones para lograr llegar a una gran audiencia y que todo el mundo nos entienda (Faludi, Shames, Piscopo & Walsh 2020, 337). De esa forma y recurriendo a los datos que permiten desmontar un discurso ideológico reaccionario podemos y debemos luchar en aras a lograr una igualdad no solo legal sino también real. En ese marco nos gustaría inscribir este artículo.

Referencias

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Notas al final

1. https://www.newtral.es/bulo-feminismo-dia-de-la-mujer-2022/20220308/

2. https://maldita.es/feminismo/por-que-el-proyecto/

3. Albenga y Biscarrat (2021, 60) analizan como esta ideología está igualmente presente en el caso del contexto francés y se rastrea tras la misoginia presente en las redes sociales.

4. Las preguntas que tratan de responder son las siguientes: 1) ¿Qué tipo de desorden informativo afecta a los mensajes sobre las mujeres en Internet?; 2) ¿Quiénes son los agentes implicados en el desorden informativo sobre los mensajes que circulan sobre las mujeres en Internet?; 3) ¿Qué características presentan los bulos sobre las mujeres publicados en Internet? (Herrero Diz, Pérez Escolar & Plaza Sánchez 2020, 198).

5. Para más información acerca del origen, financiación y forma de trabajo de estas plataformas de verificación veáse López Pan y Rodríguez Rodríguez (2020).

6. La hostilidad y la misoginia en la red se ha estudiado también desde otros enfoques y curiosamente los temas que se han señalado como más habituales coinciden con los que marcamos aquí (Menéndez Menéndez, Amigot-Leache e Iturbido-Rodrigo 2021, 13-14)

7. https://maldita.es/feminismo/20220318/lamborghini-grafiteado-manifestacion-8m-mexico/

8. https://maldita.es/feminismo/20220317/charlas-feministas-presupuesto-20000-millones-igualdad/

9. https://maldita.es/malditobulo/no-no-es-cierto-que-el-gobierno-haya-dado-630-millones-destinados-a-ayudas-al-desarrollo-a-las-asociaciones-feministas-y-lgtbi

10. https://verifica.efe.com/embajadora-mision-especial-no-cobra-275-000-euros/

11. https://maldita.es/feminismo/bulo/20220329/fondos-europeos-reparten-denuncias-violencia-genero-pais-ue/

12. https://www.newtral.es/bulo-patria-potestad-denuncia-maltrato-psicologico/20210629/

13. https://maldita.es/malditobulo/no-no-hay-pruebas-de-que-la-exministra-de-sanidad-carmen-monton-psoe-dijese-la-familia-es-la-derrota-de-las-mujeres

14. https://verifica.efe.com/deepfakes-pornograficos-silenciar-mujeres/