dilemata41 Portada

Tabla de contenidos

Es un placer para nosotros presentarles un nuevo numero de DILEMATA, que sigue siendo un espacio de diálogo y reflexión sobre cuestiones fundamentales en filosofía, ciencia y ética.

En este número misceláneo hemos seleccionado cuatro artículos de particular interés que sin duda estimularán el debate.

El primero de ellos, “Potencialidad, suficiencia constitucional y viabilidad fetal: una propuesta de solución a la cuestión del estatuto del embrión humano”, intenta traer luz a un tema tan polarizado y emotivo como el estatuto del embrión humano.

En el segundo artículo, “Mejoramiento y transhumanismo: ¿Un cambio aceptado? se nos presentan los últimos avances en genética que pueden dar lugar a la mejora de nuestra especie tal y como defiende el transhumanismo.

En el tercer artículo, “Reflexiones sobre las relaciones entre racionalidad, emotividad y ética” establece un puente entre la filosofía y la psicología para explorar las intersecciones de la razón, las emociones y la ética en el contexto de la discapacidad.

Por último, “Nunca me abandones: ficción distópica para los seres humanos; realidad actual para los otros animales”, la reflexión se centra en la obra de Kazuo Ishiguro, destacando la paradoja de considerar la explotación de clones como distópica mientras ignoramos la explotación que sufren los animales no humanos en nuestra sociedad.

Estos cuatro artículos, aunque diferentes en cuanto a su temática, nos invitan a reflexionar sobre cómo nuestras decisiones éticas impactan en nosotros, tanto a nivel individual como colectivo.

También contamos con dos reseñas de libro. El primer libro “Ética de la Investigación para las Ciencias Sociales”, coordinado por Adolfo Estalella, reseña de Aileen Chales-Aoun. Segundo libro “La infancia invisible. Cuestiones ético-políticas sobre los niños” de Mar Cabezas, reseña realizada por Dorotea Buendía.

Esperamos que disfruten de estas lecturas tanto como nosotros y les animamos a que participen en en la reflexión y dialogo que cada uno de los libros y artículos de este número de DILEMATA  promueve.

Anibal Monasterio Astobiza
(LI2FE)

Melania Moscoso
(Instituto de Filosofía CSIC))

 

Una conducta exclusivamente competitiva puede ser problemática al impulsar el individualismo, fomentar la desconfianza y despertar la agresividad, el odio, el rencor y el resentimiento entre compañeros. Un modelo de competición rapaz llevado al extremo genera un estado mental desviado y obsesivo y en consecuencia genera una conducta destructiva en los contendientes. Una postura de esta naturaleza es una forma de declaración de guerra, una batalla, a veces absurda, contra el compañero. Para Adela Cortina “La regla de oro del individualismo, racional, neoliberal diría: no inviertas en los demás más esfuerzo del que pueda proporcionarte un beneficio”  (Cortina, 1998, 77). La autora destaca la importancia que tiene la codicia y la avaricia en uno mismo, contrario a los valores de solidaridad y cooperación.  

La nueva fase del desarrollo del capitalismo, caracterizada por la estrategia neoliberal, ha contribuido a cambiar los valores, de manera vertiginosa tanto en las sociedades como en los gobiernos. Las nuevas formas de actuación giran en torno al principio económico y a la individualidad lo que genera que un individuo oriente su conducta hacía actitudes menos solidarias.

En el mundo distintos intelectuales de prestigio internacional, Junger Habermas, Sigmund Bauman, Alasdair MacIntyre, Sartori, Hans Küng, Amartya Sen, George Steiner o Noam Chomsky, coinciden en la afirmación de que las sociedades contemporáneas viven sumergidas en una crisis de  valores y que los antivalores han invadido la vida diaria en diversos ámbitos de la vida pública: político, social, económico, familiar, religioso o cultural. Al respecto, Hans Küng escribió: “La crisis de la principal potencia occidental –Los Estados Unidos- es ya una crisis moral de todo Occidente, incluida Europa: desmoronamiento de las tradiciones, de un sentido global de la vida, de criterios éticos absolutos, y carencia de nuevos fines, con todos los daños psíquicos que de ello se derivan. Muchos hombres no saben ya en nuestros días hacia qué opciones fundamentales han de orientar las pequeñas o grandes opciones diarias de su vida, y tampoco qué preferencias seguir, qué prioridades establecer, qué símbolos elegir. Las antiguas instancias y tradiciones orientativas ya no sirven. Reina en todas partes una crisis de orientación, que a pequeña escala tiene que ver con la frustración, el miedo, la drogodependencia, el alcohol, el sida y la criminalidad de muchos jóvenes, y a gran escala, con los nuevos escándalos políticos, económicos, sindicales y sociales, demasiado frecuentes en Alemania, Austria, Francia, España, Italia, Suiza. En definitiva, occidente se encuentra ante un vacío de sentido, de valores y normas, que no sólo afecta a los individuos, sino que constituye un problema político de enorme magnitud.” (Küng, 2000, 25). La conclusión a la que llega tanto este autor como los señalados es que en la sociedad contemporánea existe confusión y desorientación en los distintos miembros que la integran como resultado de los antivalores con los que son bombardeados día a día, a través del mundo mediático, lo que genera conductas nocivas, incluso  patológicas. Un elemento nocivo que está cada vez más presente en conductas de niños, jóvenes y adultos es la violencia, tanto física como verbal o psicológica.

Actualmente existe un proceso de globalización de la corrupción que va penetrando en los diversos rincones del planeta. Este proceso se asienta sobre todo ahí donde los valores se diluyen o pierden fuerza.

Un espacio afectado sin duda es en el servicio público debido a que la administración pública no es más que una parte de la sociedad a la que sirve. Así, el propio ambiente social de nuestros días, en el que se potencia un consumo salvaje o la valoración de las personas en función de su éxito económico, quizá sea el caldo de cultivo para la proliferación de una cultura en la que los valores éticos encuentran dificultades a menudo difíciles de salvar para abrirse paso. En este contexto, es difícil concebir un intento de moralización de la vida pública.  No obstante, pese a lo que dicen las apuestas, es necesario institucionalizar instrumentos éticos acompañados de una cultura de valores de servicio que refuerce el espíritu del servidor público hacía el interés general que es el bien de la comunidad política.

 

Comentarios


Democracia y corrupción. Entrevista a Gustavo Bueno, autor de "El fundamentalismo democrático"

Domingo, 10 Enero 2010 19:24
Armando Menéndez

Quizá este artículo pueda añadir argumentos y leña al fuego de la discusión sobre la corrupción en las democracias contemporáneas:http://www.lne.es/sociedad-cultura/2010/01/10/sociedad-corrupcion-aborto-caso-gurtel/857684.html