Acaba de publicarse un revelador informe sobre la ausencia clamorosa de referencias en los medios de comunicación a las enfermedades que afectan a la mayoría de la población mundial, a la mayoría de los pobres del mundo:

http://www.publico.es/ciencias/081239/malaria/sida/chagas/leishmaniasis/enfermedaddelsueno/enfermedadesolvidadas

Enfermedades doblemente olvidadas: Por un lado, ignoradas sistemáticamente por los medios de comunicación que, en este caso, atentan por omisión contra el derecho fundamental a recibir información veraz, contribuyendo a esa "conspiración del silencio" que deja "fuera del foco" a la inmensa mayoría de la población mundial. Por el otro, enfermedades descuidadas por la investigación científica que, alejada de criterios de justicia, rentabilidad social y bienestar general, se centra en las que aquejan a los países desarrollados con importante gasto farmacéutico; esto es, rentables económicamente. (Véase en la sección de materiales la presentación sobre bioética, justicia y globalización).

Se trata de enfermedades como la malaria, el paludismo, la anquilostomiasis, la filariasis linfática, el gusano de Guinea, la ‘ceguera de los ríos’, atacan inclementemente a millones de personas en los países pobres y en vías de desarrollo. El conjunto de estas enfermedades, las que causan más muerte y más sufrimiento en el mundo, son especialmente ‘selectivas’ en sus objetivos. (Puede encontrarse abundante información sobre estas enfermedades en la web del Centro Carter: http://www.cartercenter.org/health/index.html).
Algunas de estas enfermedades se deben a parásitos, como el anquilostoma o los gusanos que causan la esquistomiasis y la oncocercosis (‘ceguera de los ríos’), y existen fármacos antiparasitarios eficaces. Sin embargo, éstos no protegen contra una reinfección que, inevitablemente, se produce por las malas condiciones de salubridad e higiene y la carencia de suministros limpios de agua. Así, millones de personas en el mundo permanecen atrapadas en el círculo crónico de la pobreza y la enfermedad.
Hasta aquí la descripción de una situación pavorosa que se ve agravada por el hecho de que dos mil millones de personas no tienen acceso regular a los medicamentos esenciales que les podrían salvar la vida o mejorar su calidad ampliamente.