Medidas educativas ante la marginación de la mujer 

 

          Podemos decir que en el momento actual nos encontramos ante un gran reto social o cambio de paradigma en la manera de concebir la sociedad y su funcionamiento. La palabra crisis, definiría el momento cultural, social y económico en el que se encuentran las sociedades avanzadas. Cabe comentar que estamos ante un profundo cambio que afecta a toda la sociedad, pero será necesario trabajar, de una manera especial en favor de la mujer, para liberarla del yugo al que ha estado -y sigue estando- sometida como fruto de la mentalidad patriarcal.  

           La familia es una de las más importantes instituciones tradicionales que se conocen a lo largo de la historia, en la que se ha desarrollado una forma jerárquica de entender la función que caracterizaba a cada uno de sus miembros. En las sociedades tradicionales, la mujer –salvo raras excepciones- ha sido sometida a la voluntad del hombre, quien arrogándose prerrogativas culturales, sobre todo religiosas, se ha considerado superior a ella. Este dominio concedido al hombre, ha sido en cierto modo la consecuencia de la violencia ejercida sobre las mujeres, ya que al no tener un estatuto de persona, han sido sometidas a las mayores humillaciones en nombre de unos valores absolutos.  

          Un caso de esta arbitrariedad o sometimiento de las mujeres, lo podemos observar en  Grecia,-que a pesar de ser el lugar que dio origen a la democracia o al Gobierno del Pueblo- las mujeres, los niños y los esclavos no tenían derecho alguno en participar de la vida política y social, pues eran considerados como seres de segunda categoría, sin derecho a decidir por sí mismos. Esta falta de reconocimiento y trato peyorativo a las mujeres, se ha mantenido y –en general se sigue manteniendo- en la mayor parte de las sociedades actuales. 

          Como consecuencia de los cambios introducidos en la sociedad moderna, la labor de transmisión cultural que antes se realizaba en la familia, hoy día está muy influenciada por otros agentes, tales como la televisión. Los Mass Media generan pautas culturales y de comportamiento que van a ser en cierto modo el modelo a seguir por la sociedad en general. Muchas de estas pautas son seguidas de manera mimética por  personas que las asumen sin ningún espíritu crítico. Algunos dirigentes de los medios de información, han sido condicionados por un modelo cultural y educativo que por ser mimético, no ponen en entredicho la discriminación de la mujer, la cual se ve reducida y sometida a las pautas culturales vigentes. Esto no quiere decir que estos medios sean solamente los causantes de la desigualdad de género, ya que es la sociedad en general, la que relega a la mujer a la condición de objeto con respecto al hombre. 

          Para que haya un trato de igualdad entre géneros, la sociedad tendrá que implementar pautas culturales que faciliten el entendimiento e igualdad entre todos los seres humanos sin discriminación de sexo.  

          La educación en general, en todas sus fases tendrá que proporcionar un modelo en el que se enseñe a respetar a la otra persona y se le de un trato como igual. Solamente si al otro le consideramos persona e igual a mí, fomentaremos una manera de ser empática, donde la alteridad se irá desarrollando de manera gradual en el proceso educativo y se conseguirá así  una mayor humanización de la persona. 

          Estas pautas de socialización y alteridad tienen que ser forzosamente desarrolladas desde la más temprana infancia para que este proceso se de cómo un hecho natural, es decir, nadie puede amar si no ha sido educado en un ambiente en el que se favorezca el respeto y la consideración hacia el otro. Podríamos decir que nadie puede amar por decreto ley. Veamos el comentario al respecto del catedrático en antropología y psicología, Luis Cencillo (2001:207), en su libro “Clave para dos milenios” dice así: 

“Las pautas no se heredaran por los genes, y si a cada generación no se cuida de darla una educación          apropiada sino que se dejan en barbecho los criterios éticos de los niños, su VICS, sus impulsos, pueden resultar tan vivos y anárquicos y mutuamente contradictorios como los del hombre prehistórico. De ahí provienen los homicidios, la violencia y la rapacidad interesada que por todas partes se ve”.

          Si queremos que el proceso humanizador avance de manera racional, los medios de comunicación tendrán que jugar un papel  importante, para que la violencia de género desaparezca de manera definitiva. Así las facultades de periodismo tendrían que experimentar un profundo cambio para poder subsanar la imagen de inferioridad de la mujer, que luego se ve plasmada en cualquier medio de información, es decir, los profesionales de la información deberían recibir una preparación profesional que abarcase no solamente los conocimientos propios de la profesión, sino una educación holística para que, a la hora de desarrollar su labor, no se dejen influir por ningún sesgo ideológico que vaya en contra de su deontología profesional. 

          Respecto a la información orientada al mero espectáculo y a la simple curiosidad -elaborada con bases frívolas y morbosas cuyo único fin es captar la atención del público-, creo que debería ser regulada por agentes oficiales con el fin de evitar los abusos que en tantas ocasiones  se ejerce sobre la mujer, la cual en muchas ocasiones, es presentada como un objeto erótico y carente de inteligencia. Si esta imagen de la mujer no desaparece de los medios de comunicación, el resultado será que la misma seguirá siendo considerada como objeto.             

          La atribución de la mujer como “descanso del guerrero” debe desaparecer, pues con ella se ejerce un mal pernicioso que no favorece a nadie y la degrada con las consecuencias negativas que a lo largo de la historia hemos visto. Por lo tanto, la función que tiene que ejercer cualquier medio divulgativo, es la de destacar que la mujer es una persona con plenos derechos de igualdad, dignidad y respeto -que merece todo ser humano-.

          A pesar de que en un mundo dirigido por el mercado estos planteamientos parezcan utópicos, estoy a favor de la utopía, de la misma manera que lo está el mundialmente conocido sociólogo R. Dahrendorf, al decir que las construcciones utópicas constituyen un importante factor de cambio. 

          Mi gran deseo es que la educación sensibilice y favorezca un trato igualitario entre los seres humanos y  la mujer pueda así alcanzar el estatus social de igualdad y respeto que le ha sido negado, de manera injusta, a lo largo de la historia.