Por Miriam Buj

EL proyecto de Nussbaum se dedica a establecer comparaciones a través de las distintas culturas y a desarrollar un conjunto sostenible de categorías trasnacionales.
La autora afirma que todo feminismo productivo ha de situar el tratamiento de cada tema dentro de su contexto cultural  e histórico. Sin embargo, advierte que esto no choca con que“…ciertos valores muy generales, como la dignidad de la persona, la integridad del cuerpo, los derechos y libertades políticos básicos, las oportunidades económicas básicas, etc., no son normas apropiadas para ser utilizadas en la evaluación de la vida de las mujeres en los países en desarrollo” . Es así como responde frente a la defensa del relativismo cultural corriente opuesta a la universalización que ella defiende.

Hasta aquí estaríamos de acuerdo. Sin embargo, Nussbaum en su al defensa frente al argumento del bien de la diversidad, pierde claridad en su exposición. Este segundo enfoque del que se defiende la autora, sostiene que nuestro mundo es rico en parte gracias a que no coincidimos todos en un único conjunto de categorías, sino que hablamos diferentes lenguajes axiológicos. Ella responde preguntando al lector sobre las semejanzas entre la diversidad lingüística y la cultural. Asegura que mientras que los idiomas, no dañan a nadie, las prácticas culturales si que lo hacen. Por eso, invita al lector a que se cuestione si los valores culturales en cuestión, se encuentran entre los que vale la pena preservar.
Me parece una argumentación demasiado sencilla para la cantidad de aspectos que puede traer consigo tal debate. Por un lado, ¿a qué tipo de valores culturales se están refiriendo? ¿Puede considerarse un valor cultural agredir a una persona? ¿No sería conveniente dejar de atribuir causas culturales (aunque sea por medio de uso “inocente” del lenguaje) a problemas que son estructurales, y que en ningún caso constituyen un valor para ninguna cultura? Ciertamente el uso del lenguaje es determinante por lo que a la hora de elaborar una propuesta, la exposición debería ser más consistente. Me parece peligroso llamar prácticas culturales a lo  que son clara y llanamente violaciones de derechos humanos (No me refiero exclusivamente a Nussbaum, también a los que defienden el relativismo cultural en tales términos). Es eso lo que nos hace a los seres humanos juzgar a una cultura  tan rica y diversa como desconocida. Y es precisamente algo que Nussbaum crítica, ¿no cae en el mismo error?
Tal vez me esté centrando en un matiz poco significativo y maniqueo pero ahí lo dejo a debate.
“Hay que encontrar un equilibrio entre particularismo y universalismo, y eso no se puede elaborar en el campo cultural sino en el espacio de la política, de la solidaridad política”